--¡si cree que me va a molestar por no querer tener nada conmigo... para nada¡¡¡yo soy una mujer independiente... no necesito de ningún hombre... así debió de ser desde el principio... esto es un negocio pues no debí ni mirar a ese hombre... Yo me centraré en mi hijo, tengo que encontrar algo que hacer en este pueblo para poder seguir mandando dinero a mi familia...
aunque Natalia se quiere hacer creer que su decisión de no volver a estar con Marc es algo que hace por independencia, porque quiere estar sola, en realidad no deja de pensar en Conrad. La imagen del guapo hombre en el lago se le repite en la mente. Se excita pensado en su beso...
--¿¿pero qué te pasa?¡¡ ¡¡a ti ese campesino de cuarta exhibicionista no te mueve ni un pelo¡¡ni uno¡¡
No deja de pensar en él.
--pero es que ni un pelo... ¿qué me va a mover ése a mi? Yo con uno de pueblo –va repitiendo nada convencido para intentar hacerse creerse que de veras el guapo hijo de Antonio no le interesa.
Conrad sale de la ducha envuelto en una toalla y se tumba en la cama pensando en Natalia. Sonríe ilusionado acariciándose el labio.
--cómo me gusta... y yo a ella... la noté temblar... su marido no es hombre para una mujer como ésa...
A pesar de estar contento por haberla conocido algo le duele:
--¿por qué tiene que ser casada y con un hijo?¿porqué? Nunca había conocido a una mujer que me gustara tanto como ella y ahora que la encuentro... Espera un hijo... Porque lo del marido se puede arreglar pero el hijo... El tipo ese no me va a dejar el camino libre tan fácilmente... eso siempre los unirá... Además, ¿qué iba a hacer yo con una mujer que espera un hijo de otro?
Aunque lo que principalmente le atrae de Natalia es su cuerpo Conrad quiere tener con la argentina algo más que un simple encuentro sexual.
Triste y abatido, Marc entra en el bar del pueblo a tomar unas cervezas. Piensa triste en su dolor al ser abandonado en el altar por su novia, en la frialdad de Natalia, en cuando hicieron el amor, en su discusión de recién. Se siente frustrado.
--¿por qué despierto sin problemas el deseo en las mujeres pero no logro hacer que me amen?¿qué es lo que falla?¿qué?¿qué es lo que hace que las mujeres no se enamoren de mi?
Alexander, muy triste también, entra en ese mismo bar. Se acerca a la barra.
--¿me puedo sentar contigo? –le pregunta a Marc.
--No claro que no... no me gusta beber solo...
Alexander se pide una cerveza para él.
--¿qué es lo que te pasa? ¿no te va bien en el pueblo? No sé... te acabas de casar... yo estaría feliz en tu lugar...
Marc lo mira con melancolía y dice:
--Mikhail era tu nombre... ¿no?
--si –responde el otro nervioso.
--¿te importa si te llamo Mik...? me será más fácil que decir eso...
--Claro que sí ... llamame como quieres...
y luego para sí, Alexander piensa:
--si supieras que ese no es mi nombre... y que todo en mi es una mentira...
Los dos hombres hablan mientras beben con mucha tristeza pero con dolor.
--Tu sabes lo que es vivir con una persona con la que tú quisieras llevarte de otro manera pero ella te rechaza... que sólo se preocupa de calentar tu cama...
El ruso piensa triste en su relación con Ana.
--ojalá ella me quisiera aunque fuera solo para calentar mi cama –dice para sí.
--te entiendo, te entiendo más de lo que crees... Me parece que tú y yo nos vamos a llevar bien... Tenemos mucho en común...
--Tú eres un tío feliz, tienes un matrimonio sólido... una hija... Tienes una familia muy linda... Ojalá yo estuviera en tu lugar...
--pero tú vas a tener un hijo... ya veras lo feliz que eres al ver la cara a su hijo.
LA realidad frustra a los dos hombres. Marc se siente solo y utilizado y Alexander está triste porque está seguro que nunca va a tener un hijo.
Marc no contesta pero lo mira frustrado.
--No tienes cara de un hombre en su luna de miel... ¿hay algún problema con tu esposa?
--digamos que sí...
--Pero llevan mucho tiempo juntos ¿no?
---en realidad prefiero no hablar de mi... ¿por qué no me hablas de tu vida en este pueblo?¿de cómo llevas tus tierras?
--yo ya sabía que íbamos a ser buenos amigos... que bueno tener un amigo como tú...
Los dos brindan con sus latas de cerveza y mientras el ruso le habla de cómo lleva su trabajo, el otro le explica todo lo que tiene pensando hacer.
Ana llega a su casa que es la que más apartada del pueblo está. No oye que haya alguien y se queda más tranquila. No deja de pensar en Marc y no le apetecería para nada tener que cumplir con su amante. Al entrar en su cuarto se da cuenta que Francisco se ha quedado dormido esperándola desnudo en la cama. Ella se iba a ir en silencio pero él se despierta.
--¿dónde vas?
--no te quería molestar...
Francisco quiere que hagan el amor pero ella le pide que no.
--esta noche no... estoy muy cansada.
--yo también... te pago esta casa y te mantengo para que seas mía cuando yo quiera...
El hombre no espera la respuesta de la mujer que se deja hacer resignada.
Marc y Alexander llegan a su casa bien animados. Han tomado bastante pero los dos controlan. Se despiden muy amigablemente. A pesar de lo que han hablado, Marc no quiere dormir solo y tiene la esperanza que su esposa lo vaya a buscar. Entra en su cuarto y le duele que ella no esté.
--se ha ido a dormir, se ha ido a dormir sin importarle si yo cenaba, si yo estaba vivo...
Está dolido por el rechazo de su esposa, quiere dejar las cosas así pero no deja de pensar en las noches que han vivido y su cuerpo la extraña y decide ir a buscarla. Se acerca sigilosamente pero al abrir la puerta se da cuenta que ella ha cerrado con llave. Natalia se da cuenta que su marido quiere entrar. Aunque se altera no la quiere dejar entrar,
--que bueno que cerré la puerta... así le he enseñado que conmigo no se juega... ¡ningún hombre se burla de mi¡¡
Natalia no puede evitar un recuerdo triste para el padre de su hijo y recordar a Conrad con deseo.
Al día siguiente, Marc se despierta de bastante mal humor. Tiene el desayuno en la mesa pero su esposa no está se da cuenta que está a fuera fumando. Molesto va y le saca el pitillo.
--¿¿un porro?¡¡¡¿cómo se te ocurre fumar esta porquería? ¡¡estás embarazada¡¡
--un poco no hace daño –dice ella que quiere recuperarlo.
Marc no sólo no se lo da sino que lo tira en el suelo y lo aplasta. Natalia se enfurece.
--¡¿por qué has hecho esto?¡¡¡¿quien te crees que eres?¡¡¡¡tú no eres mi papá¡¡
--¡¡soy tu marido¡¡
--¡¡y un cuerno¡¡... ¡era el último que me quedaba y no tengo más plata¡¡ --dice mirando lo que ha quedado de su cigarro.
--No debes fumar por tu hijo... –dice intentando calmarse y que ella se de cuenta que lo que hace no es solo porque está enfadado.
--¡¡Tu lo has dicho, es mi hijo no el tuyo...¡¡
--¡¡¡Ahora también es el mío así que no fumarás más –dice él.
Marc entra en la casa y Natalia se queda furioso. Lo sigue.
--¡que quede todo claro...¡¡¡yo me casé contigo para hacerte un favor y no quiero que me estés fregando la vida, que te creas que tienes derechos sobre mi¡¡¡no pienso hacer lo que se te pegue la gana¡
Marc procura mantenerse sereno y sin dejar de comer le dice:
--que no se te olvide que el favor fue algo mutuo... y ahora te guste o no eres mi esposa y no quiero que fumes y no fumarás...
Natalia se molesta mucho y se va de la casa dando un fuerte portazo. Marc se queda triste y deja la comida en la plato enfadado y se acaba yendo al trabajo sin desayunar.
Natalia camina por el pueblo muy molesta. Se tropieza con un piedra y se cae. Se lastima la rodilla. Mientras grita y maldice Conrad va por detrás, le pone la mano en la cintura para ayudar.
--estás bien... estás bien? –le pregunta a la mujer que se toca la rodilla.
Conrad no puede evitar mira el trasero de la mujer con cara de degenerado, resopla con deseo. Natalia se levanta y camina algo cojeando.
--¡¡bueno que te pasa¡¡ --dice apartándose de él algo molesta.
--no, nada... yo sólo te quería ayudar... –dice él poniendo cara de inocente.
Ana se encuentra con Marc. Le mira con deseo su perfecto cuerpo.
--me gustaría saber lo que siente al ser amada por un hombre como él... como Marc... y lo haré... será nuestro secreto. Yo sé que tiene una familia y yo no quiere que por mi culpa un niño se quede sin su padre... pero me merezco ese momento de felicidad por todos los malos ratos que he pasado por el viejo --piensa.
Ana se acerca a él muy coqueta.
--¿te puede acompañar a tu trabajo? Te juro que no te molestaré –dice coqueta.
Él está tan molesto con Natalia que acepta la compañía de la mujer. Ana sonríe entusiasmada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario