viernes, 16 de octubre de 2020

Capítulo 5

 

Nada más bajar, una pareja de unos cincuenta años se les acerca.
--¿los señores de Graupera?
Natalia mira detrás ya que no se da por aludida. Marc se acerca al hombre y dice:
--si, somos nosotros. Yo soy Marc Graupera y ésta es mi esposa Natalia.
El hombre se presenta como el alcalde y presenta a su esposa. Natalia, que masca un chicle, se presenta muy campechanamente. El alcalde hace un buen esfuerzo para que caer bien a la pareja ya que quiere que todo salga bien. La esposa del alcalde mira con cierto desprecio a Natalia a la que mira de arriba abajo.
---lo que faltaba –susurra—otra extranjera.
--¿qué tanto me ve? ¿es que tengo monos en la cara?¡ --dice Natalia.
El alcalde y Marc fuerzan una sonrisa para que parezca que todo es una broma. Marc agarra a su mujer del brazo y le dice al oído:
--¿qué te pasa? ¿cómo le hablas así a la mujer del alcalde?
--esa señora es una grosera.
--no hables tan alto –susurra-- ¿es que quiere que nos echen?
Flojito pero molesta, Natalia dice:
--el pueblo es una porquería y esta señora me calló muy gorda.
Marc está muy tenso, teme que su mujer lo estropee todo. Al alcalde le pasa lo mismo con su esposa. Estos están delante pero han oído algo de la conversación lo que enfurece a la mujer. Su esposo le pide prudencia.
--este proyecto es muy importante para el desarrollo del pueblo –susurra.
--¿y porque tienen que venir extranjeros? Ya tenemos bastantes en este pueblo. Lo mejor será que nos marchemos a la ciudad con nuestra hija y nos olvidemos de todo.
--yo tengo un compromiso con este pueblo y con su gente.
--¿pero qué gente si ya no queda casi nadie? Sólo algunos inmigrantes que se podían quedar en su país...
--el señor Graupera es de la tierra.
--pero no la gaucha de su esposa.
Natalia lo ha oído todo y protesta:
--¿¿qué le pasa a usted, señora?
El alcalde y su esposa se giran. Natalia está muy furiosa pero no dice nada ya que Marc le ha puesto la mano en la boca y a pesar que ella lucha por protestar no puede. Las mujeres se miran con mucha rabia. Los dos hombres se dan cuenta que las mujeres están a disgusto. Sonríen para fingir que no pasa nada.
--mi esposa está tan feliz que no tiene palabras para agradecer su hospitalidad, verdad mi amor?¡ --dice Marc.
Natalia trata de morder la mano de su marido para librarse y decir lo que piensa pero no lo logra.
--a mi esposa le pasa lo mismo y nos tendrán que disculpar pero no se siente demasiado bien. La señorita los llevará hasta la casa y mañana los espero en el ayuntamiento para firmar el contrato y hablar de los acuerdos...
el alcalde y esposa se aleja y la joven se acerca al matrimonio.
--al principio les costará integrarse pero ya verán como estarán muy a gusto aquí –dice la mujer que se presenta como Ana.
Aunque no le saca los ojos de encima a Marc que se pone muy nervioso, Natalia no se da cuenta del interés que esa mujer tiene en su marido y se acerca a ella, una vez su marido la libera, contenta.
--¿de donde sos?
--soy de Ecuador
--¿qué bueno encontrar alguien con quien me pueda llevar bien... ¡este pueblo es horrible¡¡¿llevas mucho aquí?
--unos cuantos meses.
--¿con tu marido?
--No, no... yo estoy aquí fuera del contracto. Soy soltera, trabajo para el alcalde.
Ana mira de reojo a Marc a quien Natalia, molesta con él, le da le lado.

Pronto llegan a la casa. Natalia se queda muy sorprendida. Marc está feliz.
--¿esta casa tan grande nos van a regalar? –Natalia.
Ana hace que sí con la cabeza. Marc deja la maleta en el suelo y dice a su esposa:
--le ves como no todo es malo. Ya te dije yo que nos adaptaríamos pronto.
Natalia mira a su marido molesta y dice:
--¡a mi ni me hables, no me gustan que me traten como a una tarada y que no me dejen decir lo que quiera¡¡¡esa señorona tan estirada merecía que le dijera sus verdades¡
--pero es que es la mujer del Alcalde y aún no hemos firmado el contrato. Se pueden echar atrás.
--Eso quiere decir que después sí la podré insultar?¡ --Natalia con ironía.
Marc la mira con cara de resignación y dice:
--por favor no me vayas a meter en algún lío.
Ana se mete y dice:
--la señora alcaldesa tiene un carácter especial pero es buena gente...
--¡es una vieja ordinaria cascarrabias¡¡se nota que su marido no le debe cumplir¡¡a ese viejo no se le debe levantar nada¡
--¡no seas vulgar y ni se te ocurra decir nada de eso delante del alcalde¡¡
Natalia mira con fastidio. Ana se ha puesto nerviosa al oír hablar del matrimonio.
--Yo ya me tengo que ir –Ana.
--¿tan pronto? Es que me gustaría que me enseñaras el pueblo --Marc.
--para lo que hay que ver –dice Natalia con desprecio.
Marc mira a su esposa regañón pero no dice nada.
--No, no puedo... De veras.
--¿y sabes cuales son las tierras que nos van a dar? Me gustaría verlas.
Ana le dice donde puede encontrarlas y después se va. Marc se dirige a su esposa y le dice:
--después de cenar me gustaría que me acompañaras a dar una vuelta al pueblo.
--mejor ir vos solo. Yo estoy cansada.
--pero es que no quiero que piense que la cosa nos va mal... se supone que estamos de luna de miel...
--bueno, haz lo que se te pegue la gana... a si sois los hombres... Yo voy a ver si encuentro el baño en esta casa...
Marc resopla. Se da cuenta que vivir con Natalia va a ser más complicado de lo que pensó.
--no me he casado con una mujer, me he casado con un huracán. Menos mal que la casa sí le gustó.
Alguien llama a la puerta.
--¿puedo pasar? –pregunta un joven con acento ruso.
--si claro... la puerta está abierta –dice Marc.
--soy tu nuevo vecino. Pensé en venir a darte la bienvenida.
Marc le agradece el detalle. Le extendiendo la mano pero el otro no hace lo mismo ya que tiene las manos ocupadas por unos platos:
--pensamos que llegarías cansados y aunque creo que dejaron cosas en la nevera pues mi esposa os preparó esto... Espero que os guste.
Marc toma los platos, los deja sobre la mesa y ahora sí los dos encajan sus manos.
--muchas gracias, que bueno tener un amigo por acá.
--si bueno, para mi fue muy difícil adaptarme aquí y en lo que te pueda ayudar.
--llevas mucho acá?
--unos meses, fuimos los primeros en venir hacía aquí.
--¿eres de Rusia?
--si vinimos con mi esposa y mi hija.
--¿qué tiempo tiene tu niña?
--7 años.
--sí que la tuviste joven porque eres casi un crío..
El chico se pone nervioso y dice:
--bueno, yo ya me voy.
--que prisa tiene la gente de este pueblo –dice.
--¡Es que he dejado a mi hija sola¡ --se excusa el chico.
Cuando ya está en la puerta, Marc le dice:
--no nos hemos presentado... Yo soy Marc Graupera...
--Mikhail Korf.
Los dos se vuelven a dar la mano y el ruso se va. Marc mira todo lo que hay a su alrededor nervioso.


En una casa en las afueras del pueblo, un guapo cuarentón le da las medicinas a su anciano padre. El anciano gruñe.
--¡¡oí que venía más gente, espero que no sean extranjeros¡
--es muy buena la iniciativa del alcalde... nos estamos quedando sin gente... No somos muchos ya los nacidos aquí. Si no viene gente de fuera no sé como conoceré a alguien para casarme como tú no te quieres ir de aquí...
--¡¡ya sé que soy una carga para ti... si te quieres ir vete... yo me quedo solo...¡¡
El morenazo lo trata con cariño y paciencia:
--No, si solo digo que no tiene nada de malo que vengan extranjeros... Mamá era americana.
--¡eso no tiene nada que ver¡
--¡llevaba muchos años aquí¡
--hay que darle una oportunidad a los nuevos.
--¡a ver si con un poco de suerte los atropello con la burra¡
--¡no digas eso, a ver si vas a atropellar a la que puede ser la mujer de mi vida¡
--¡ni se te ocurra, nunca aceptaré que tengas nada con una extranjera... además todas son casadas¡
Conrad, a sus 39 años, aún no ha encontrado el años y desea encontrar a una mujer que le haga sentir eso.

Mientras, Ana llega a una casa en la que la espera un hombre. Su amante, el alcalde. Ella hace el amor con el viejo. Le da asco, ya está harta de hacer eso para sobrevivir. No deja de pensar en Marc con ilusión.

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